jueves, 24 de marzo de 2022

VIGOROSAS

Relatos de los jueves



Coincidimos con una excursión de jubilados en el hotel de vacaciones. Era septiembre. Fuera de la temporada alta, con menos barullo y todavía buen tiempo. Sentados en el salón, después de cenar, sin querer, escuchamos a dos mujeres, ya de cierta, edad hablar:

 - Has dejado a Fede, ¿qué ha pasado?
 - No quiere vacunarse, es un antivacunas de esos, y yo, con mis operaciones de cadera, no puedo arriesgarme. Me dice que somos cobayas y que estamos siendo programados para morir dentro de varios años. Además, en nuestra relación íntima las cosas no están bien del todo.
- Mujer, no seas tan exigente, ya tiene 70 años y la próstata no perdona. 
- Yo eso lo entiendo y no le exijo demasiado pero lo que no puede acabar con la polla que lo acabe de otra manera, ¿no?, pero se niega a bajar al surco. 

De un trago me bebí medio cubata. Yo, con los ojos como platos; mi pareja, con la boca abierta, oteándola de arriba abajo.

-Tengo los pechos operados y varios arreglos por mis partes. Yo soy de venirme  ¡mínimo tres veces! y estoy a falta de rabo, ¡joder! También puede usar mis juguetes ahora que no puedo mover mucho la cadera.

No hablamos demasiado aquella noche, incluso intentábamos sentarnos cerca cuando ellas estaban en el salón. Me ofrecí una tarde para ayudarle a subir a su apartamento, pero mi pareja me afeó el detalle. No tiene voluntad  de servir al prójimo. Desde entonces, miramos con otros ojos a los jubilados
¡Bares qué lugares!

miércoles, 16 de marzo de 2022

MÉRITOS

Jueves de relatos



No era especialmente guapa pero sí muy atractiva. Coincidíamos los fines de semana tomando algo por los mismos barrios. Nos mirábamos y, confieso, que flirteaba con ella. Miraba sus piernas con descaro, relamiéndome el labio superior alguna vez. Ella cada vez las cruzaba más intensamente. 
Era un juego entre ambos a pesar de nuestras parejas. Su esposo era dueño de una empresa de conservas. Cuando cerró mi fábrica eché cientos de curriculums por todos los lados y un día me llamaron para una entrevista. Al final de ella, la vi aparecer en la oficina. He de reconocer que se me saltaron los colores. Al cabo de los días me contrataron. 

El dueño falleció después de una larga enfermedad, quedando al cargo de la empresa su hijo y ella. Estaba claro que el hijo no tenía la misma dirección que su padre y pronto la fábrica estuvo en crisis. Se planteó un recorte de plantilla. Me quedé impactado escuchando una conversación de varias mujeres, manifestando su miedo, pero a una de ellas escuché decir: "No me van a echar. Se la chuparé a quien haga falta". 
En ese momento mi mente pensó en la viuda, que se dejaba ver por la empresa más a menudo. Me volví más descarado, incluso rozando mi cuerpo con el suyo alguna vez. Me llamó a la oficina y me ofreció ser su chófer temporalmente y cuidar de su finca. Me pidió seriedad. Le ofrecí toda mi lealtad y complicidad.

Despidieron a la mitad de la plantilla, pero me llamó la atención que la mujer decidida a hacer lo que hiciese falta seguía trabajando por méritos propios, supongo, contando con el apoyo del encargado y del hijo. Yo sigo con la viuda y bajo su protección.

miércoles, 2 de marzo de 2022

OCEANOS

"En qué piensan las mujeres". Es una pregunta retorica que suelen hacerse porque ellos nunca lo sabrán. Han pasado veinticuatro horas del encuentro que movió los océanos de mi interior. 


- Queremos hacer un trío, es la fantasía de mi esposo. Es la primera vez que participamos de algo así. Pedí por teléfono
Una mujer de mediana edad llegó en la tarde noche. Él estaba medio desnudo en la cama. Enseguida jugueteo con él,  yo miraba con cierto nerviosismo y seguía vestida.

- Dime qué tengo que hacer -dije, tímida y nerviosa. 

La chica que dijo llamarse Clara me miró con algo de lástima. Me mandó sentarme frente a ellos:

- Al final te pediré algo. Ahora observa y toma nota de todo -contesto con autoridad dándome un besito suave en la boca y sentándome en los pies de la cama.

Lo tumbó de espaldas. Lo cabalgó como una india. Notó cuando él quería acabar. Entonces se colocó en un sesenta y nueve, mirándome cuando degustaba el miembro de mi esposo. Lo azotó, mordió y presionó sus testículos. Se derramó en su boca. Lo apuró y se colocó abierta y erguida sobre su cara, dejando caer todo el fluido de su boca en su mano. 

Yo miraba la escena sin perder detalle pero con algo de reparo. Clara le gritó gimiendo que le comiera el sexo con la lengua mientras extendía el fluido de su mano por su vientre, bajando este rápidamente a su sexo.. Ella se arqueaba y gritaba mientras agarraba la cabeza de mi marido y no lo dejaba separarse de su sexo. Aquel último espasmo provocó que mi esposo se bebiera todos aquellos flujos sin resistencia. 

Cuando consideró, hizo que mi marido se retirara. Abierta, acomodada contra el cabecero de la cama, expuso toda su entrepierna. 

 - Ahora- me dijo mientras colocaba mi cabeza entre sus piernas.- Límpialo con tu lengua. La aseé por completo incluso llegando a paladear algún sabor conocido. Él pasó al baño, entonces miré a Clara:
- ¿Te has corrido? -pregunté.
- Por supuesto que no- respondió-. Solo le he dado a probar de su propia medicina. El sexo está en la mente, el cuerpo únicamente es un instrumento para disfrutarlo. Aprende a disfrutar del tuyo -sentenció..
Algo ha cambiado en mi mente, tengo dudas si está enferma o tal vez está en proceso de curación. Ahora seré yo la que proponga,