Jueves de relatos
Me ronroneó y se acercó peligrosamente, sentía su respiración agitada y su pecho al henchirse rozar el mío. Fue un beso suave en sus labios carnosos seguido de varios más. Cerré los ojos y atrapé su labio inferior, acariciándolo con mi pulgar, lamiéndolo, mordiéndolo. Enterró su lengua en mi boca y sus labios poderosos devoraron los míos. Como dos enfermos nos dejamos llevar sin dejar oxígeno entre nuestros cuerpos.
Mis manos subieron su falda, sentándola en la mesa. Follamos de una manera furiosa, sin control y al acabar nos dolían los labios de besarnos como locos.
Todo ocurrió después de que escuchara de mi boca un comentario entre amigos, que jamás había besado a alguien de color. Ella era mi mejor amiga y confidente. Habíamos crecido en el mismo barrio. Su madre española y su padre de algún país de África.
Me llamó racista y me provocó hasta que sucedió este encuentro. Sintió ese morbo insano hacía mí, y, yo, la atracción de lo desconocido. Fue el cóctel perfecto para perder la voluntad y cualquier punto de cordura.