viernes, 12 de noviembre de 2021

REVENGE

Relatos de los jueves



Había ido de bueno toda su vida y eso le había costado un sin fin de decepciones sobre todo en el plano sentimental. Se enamoró como un niño, como lo que era, de otra niña que no era tan niña. Él quería darle la luna, ponerle el mundo a los pies. Ella quería correr demasiado y él no tenía zapatillas para aquel terreno. Dos fines de semana en una nube, con las ilusiones y emociones a flor de piel y al tercero, "te dejo por corto", le dijo. Era incapaz de comprender el por qué. Con los ojos casi llorosos salió a fumar fuera. Se sintió estúpido, pensando que no había nacido valiente para afrontar todo lo nuevo del mundo adolescente.

-Dime, ¿quién te hace sufrir, pequeño? -escuchó a su espalda, un susurro a su oído-. ¡Qué cara más bonita!- pronunció aquella mujer acariciándole la cara. Él se dejó. Una hembra de unos cuarenta dándole la vuelta al mundo. Sintió vergüenza. No era más que un pipiolo. Había oído hablar de ella. Le gustaban los jóvenes. Cuando quiso darse cuenta tenía sus pezones en su boca, y al arrojo de unos setos descubrió su hombría entre las piernas de aquella mujer. Todo era nuevo para él pero el placer era inmenso. El paso de los días fue haciendo que las no coincidencias fueran cada vez más habituales al punto de convertirse en una relación en la que ella se pronunció en su maestra. Aprendió cada detalle del cuerpo de una mujer, cada sendero y recoveco. Era capaz de hacerles perder el sentido. No solo sabía del tacto, sabía de las palabras, de los momentos, de los silencios... Aquella mujer le enseñó todos los secretos para que las mujeres cayeran rendidas a sus pies. Y a él le gustaba mirarlas desde arriba, orgulloso, satisfecho pero no sentía nada por ninguna.

El destino hizo que se cruzaran. No le reconoció pero él jamás había podido olvidarla. Mejor dicho, cómo le había hecho sentir. Sabía que no la amaría nunca por eso la llevó hasta el cielo para luego bajarla a los infiernos. La conquistaba, la usaba y luego la abandonaba. Dejaba que se arrastrara a sus pies, la volvía a tomar, la elevaba y volvía a dejarla caer. Sabía que era algo enfermizo y perverso pero era "corto", ¿qué podía esperar de él alguien como ella?