jueves, 13 de enero de 2022

LA CITA

Relatos de los jueves


Era mi primera cita a ciegas. Estaba nervioso. Para no parecer demasiado exigente, había pedido unas características generales. Ella había elegido el restaurante y la agencia tramitó la reserva. Obviamente, no puse objeción alguna. Internamente, reconozco que alguna fantasía tenía. Eso de no vernos hasta ese momento le ponía morbo y cierto riesgo: ¡Ojalá sea rubia!, ¡ojalá, sexy! y esas cosas.
 
Tuve dudas con la ropa, al final decidí vestir como siempre: a mí aire pero arreglado. Y con gafas para leer todo en condiciones. Perdía algo de glamour pero lo prefería así. Es más fácil ir a mejor. 

Me indicaron la mesa cuando llegué y a los cinco minutos me levanté a la barra y pedí un crianza fresquito. La camarera me afeó pedirlo frío. Sonreí, pero no le rebatí. Miraba a todos los lados intentando intuir a mi cita. Nada. Al rato volví a sentarme porque me sentía demasiado observado en la barra.

-Ya lo siento. Ahora mismo le atiendo -se disculpó una camarera.
- No se preocupe, estoy esperando.


Unos minutos después se sentó delante de mí, con los labios pintados y el pelo recogido, sin uniforme de trabajo. Me explicó que una compañera tuvo una urgencia con un hijo y le echó una mano haciendo su turno también. 

No me dio tiempo a fijarme más allá de su pelo y su sonrisa. Estaba nerviosa, pero era natural y espontánea, divertida, tenía conversación. Me dí cuenta de la atención y complicidad de todos los compañeros y un buen corazón al sacrificarse un poco por uno de ellos. Cosas que no se desean, pero que son relevantes en la vida. Por supuesto me encantó la cita. Sus besos, su olor y notar su temblor cuando la abracé me conquistó.
Ojalá hubiera sido antes.