jueves, 3 de junio de 2021

PAJA Y TRIGO

Jueves de relatos

Fusilamiento - Goya

Me despido con los ojos llorosos y el corazón abatido, el amor de mi vida, arrebatado en un suspiro.
La rabia es mi sino. 
Se echó en mis brazos a protegerme. Se interpuso en mi camino recibiendo ese disparo, frente a un pelotón de un lugar, de un camino. Esta luz, este fuego que devora se la lleva sin piedad. Odio sin ningún sentido. 

«¡En pie!», gritan los soldados. Solo yo frente a sus hierros. Rematan a los heridos.  Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente. Los segundos se hacen eternos, sus lamentos, sus plegarias, sus suspiros...
Recito el padre nuestro a la vez que alguno de mis verdugos. El cura bendiciendo a los soldados; todos orando al mismo Dios. Unos eliminando a los malos, separando la paja del trigo, para que solo queden... Solo queden los asesinos.

 El sonido traspasa mis oídos… y mi alma.

viernes, 28 de mayo de 2021

LA VISITA INESPERADA



La visita inesperada - Eduardo Zamacois y Zabala


Roma, mediados del siglo XIX

Las visitas al piso del maestro pintor eran constantes y habituales. Difícil distinguir entre musas o amantes. Una de las tardes sonó la puerta insistentemente y el pintor recompuso su ropa como pudo y, sujetando su paleta de colores, abrió.

- Monseñor, vaya visita inesperada. Ahora no puedo atenderle. Estoy en plena creación. 
- Venía a pedir un retrato pequeño para la parroquia pero veo que sí está ocupado...

Avisado por fieles pías quería atestiguar por sí mismo, y ahí se presentó, asomando sus narices hasta alcanzar a la modelo. Ella, apurada, se cubrió ocultando sus encantos pero dejando apreciar su rostro.
El eclesiástico se despidió con una sonrisa malvada. La señora formaba parte de la aristocracia de Roma. La curia sabría sacar partido de forma política, económica y carnal. Seguramente, él también.

El miedo al pudor, a mostrar el cuerpo, nos hace cometer errores graves. Nadie reconocerá nuestros miembros normalmente tapados y sí nuestra cara siempre liberada. 
Como dijo Einstein "es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio".

miércoles, 12 de mayo de 2021

POSESIÓN

Jueves de relato



Le pedí ayuda para terminar de arreglarme y rasurar mi pecho un poco. Tenía cena de trabajo. Me ayudaba con desgana. Habíamos estado confinados más de dos meses y era mi primera salida.
Unos pantalones vaqueros pitillos elásticos, zapatorros y mi perfume preferido. 
Se sentó frente a mí, en la cama, repasándome de arriba abajo, preguntándome por los asistentes y poniendo mala cara con todos los que nombraba. Cuando nombré a ellas, solo dijo una palabra: "zorras".


Mis ojos se abrieron y le recriminé suavemente el comentario. Sonó el móvil -una compañera preguntando el lugar de encuentro-. Me tumbó en la cama, bajando mis pantalones. Mis palabras se volvieron torpes y entrecortadas y su boca se volvió salvaje entre mis piernas. Corté la conversación de inmediato. 
Se subió como una gata sobre mi, ensartándose. Me atrapó las manos. Era como un látigo en mi cuerpo. No me dejaba besarla. Me hacía la cobra, se burlaba de mí, me hablaba sucio... Sus pezones eran inalcanzables y me estaba volviendo loco, desesperadamente loco. De repente me devoró la boca, bajó por mi cuello y me mordió rabiosa.

- ¿Me quieres? -preguntó. 
- Estoy loquito por ti -contesté y ella repitió la pregunta-. Te quiero..., te quiero..., te quiero... cada día más -respondí como pude, besándola. 

Me despidió en la puerta recordándome, con una sonrisa malvada, que no me pasara con la bebida.
Antes de cenar escuché comentarios a mi alrededor, del estilo de !Vaya leona!. Una compañera me llevó al baño -y yo le seguí sin objeciones-. Me hizo mirarme en el espejo. Entonces lo pude ver: un chupetón hermoso en mi cuello. Los comentarios iban por mí. Resoplé con esa extraña mezcla de rabia momentánea, resignación y orgullo.
La llamé por teléfono después del apaño de mi amiga. Se echó a reír maliciosamente mientras le reprendía el gesto de manera amenazante y vengativa pero divertida. En cambio, ella me sentenció: 

- Porque eres mío y no me gusta que jueguen con mis cosas...

¿Sus cosas? Me había marcado como quien sella una propiedad. Me hizo gracia pero eso tendría una larga, larguísima charla basada en más hechos que palabras.