sábado, 2 de enero de 2021

AMBICIOSA

 

Al caer la noche mi vecinita subió con unos libros, para cambiarlos y, como siempre, sin llamar. De algún modo he de quitarle esa mala costumbre de adolescente rebelde.

- ¿Interrumpo algo? -No dejaba de ser canallesca su ironía-. Parece que le parejita ha estado ocupada -continuó con algunos juguetes limpios en sus manos. Se sentó en la mesas junto a mis libros y, mirándome fijamente, desafiantes, cruzó las piernas. Jugueteaba con la cuerda y podía ver su sonrisa maliciosamente inocente dibujándose en su boca-. Sabes usar bien las cuerdas, me imagino, pero me pregunto si sabrías soportarlas... Me gustaría atarte para mí...


¡Qué cabrona! Me sonreí mientras mis ojos se centraban en el perfecto cruce de sus piernas que dejaban al aire la lujuria de su sexo.

-Veo que has perdido tu ropa interior -Ella, muy mala, insistió en la propuesta y tuve que contestar-: ¡Claro! -No sé si no me precipité demasiado. Esa niña tenía un don especial para convencerme de casi cualquier cosa-. Tienes llave de mi casa y entras cuando te viene en gana, eres cómplice de mis secretos y cada vez que te apetece me follas -sonreí.

Me vi de rodillas ante ella, con las manos ofrecidas para que hiciera gala de su arte. No dudó un momento en atarme las manos. Conforme iba haciendo, pensé que había tenido la boca demasiado grande, demasiado larga y no estaba sopesando adecuadamente el atrevimiento de la nena.


- Quiero sentir cómo esos labios sorben mi  clítoris... Ahora quiero que asees mi sexo... 

Su majestad no dejaba de dar órdenes y lo peor, o mejor, era que yo obedecía como un tonto con intenciones menos tontas. Eso sí, me di cuenta de que seguía un riguroso protocolo que había aprendido bastante bien... en alguna parte.

- ¡Nos has espiado!,  eres lo peor -dije con una mezcla de morbo y de deseo.

Sus manos atraparon mi cabeza y mi boca se vio apremiada a sorber su sexo, lamerlo con entusiasmo y beber todo su licor varias veces. Obligado,  lo aseé por completo. 

- Y ahora dime, cuál es más sabroso, esclavo?,  ¿el mío o el de tu china? 

La noche prometía. Por supuesto no contesté: Todo lo que sucede en mis dominios ocurre porque yo lo permito. Lo que no me esperaba en absoluto, en que su mano se estrellara contra mi cara. Eso me descolocó un poco pero despertó la bestia que duerme en mí. Claramente buscaba un castigo y mi juego con Min lo extendía en ella para sentirse sometida. Mi mente lo estaba valorando peligrosamente.

Me liberé de sus lazos. La besé con lujuria dando a probar sus propios jugos, No habría castigo para quien lo desea tanto, ahora era mi turno.

- Si deseas que conteste a tanta pregunta, salgamos esta noche... -le susurré al oído-  y ponte muy sexy, sin ropa interior.

Ella quería sus propias reglas a lo que interrumpí diciendo:

-  Sssshhhhh..., niña,  este es mi juego así que, como Min, nunca discutas mis deseos. Si no te ves capaz, este juego ha terminado ahora mismo.


Salió hacia su piso, retándome con la mirada. Larga hora después volvió escandalosamente vestida.

- ¿Me invitarás a cenar? Voy a tu gusto o ¿es demasiado para el señor? -preguntó, dándose una vuelta ante mí. Aquel culo bajo la redecilla de las medias sería mío aquella misma noche... y sin rechistar.

Mis demonios empezaban a  brotar en estampida y, ante sus colmillos, mi cuerpo reaccionaba a sus retos.
La noche sería perversa... 

lunes, 14 de diciembre de 2020

DÚCTIL


Había quedado con Min. Trajo cena china, de esa otra que no se sirve en el restaurante. Estaba nerviosa desde mi propuesta para que fuese mi sumisa. Sé que eso no se pide, que es un acto voluntario y consensuado en un proceso largo, que nunca sea acaba para ambas partes.

- Desnúdate... -le susurré, acariciando su cuerpo. Pidió ayuda para bajar la cremallera del vertido. Me excité al comprobar, sorprendido, la ausencia de ropa interior. La besé de forma autoritaria y empecé a enumerar lo que íbamos hacer aquella noche, recordando cuándo hacia trabajos extras en aquel salón. 


Temía el castigo y me lo hizo saber. No tocaba en ese momento. Un castigo ha de ser para corregir. Y, ahora, estábamos aprendiendo ambos. 

- No temas, empezaremos esto como un juego. Poco a poco iremos poniendo los puntos sobre las íes.. Potenciaré tu placer en tus prácticas preferidas y te daré a conocer nuevas, junto a las mías. Te volveré más segura. Te daré amor, tranquilidad y seguridad. Aprenderás a dominar tu cuerpo y a darme todo tu vicio cuando lo pida. Te mostraré las herramientas para que cedas tu control en mí sin ningún tipo de miedo o vergüenza. Conmigo aprenderás a volar estando a mis pies -le argumenté con calma-. Ahora, colócate este corpiño y túmbate sobre la cama. 

Su cuerpo, menudo, delgado. Toda una tentación exótica a mi placer... y al suyo. Mi boca se hacía agua y mi mente se confabulaba con mi instinto para un volcán de perversiones. Empecé acariciándola desde la sien, con la yema de los dedos. Y antes de seguir de cintura para abajo, tras un rato, le vendé los ojos. 
Su sexo era como una mariposa aleteando para mí, lubricando con cierta ansiedad. Mis dedos se impregnaron de sus jugos. Su boca era una delicia y su cuerpo se iba arqueando, buscándome. 
Sus labios, henchidos de deseo, su clítoris prieto y erecto, sus aberturas latiendo. El impulso de mis dedos adentrándose en ella, buscando en lo recóndito de sus espirales, ahí donde lo sagrado podía verse profanado. Ahí me centré. Despacio. El garfio de mi mano penetrándola, por delante, por detrás, al mismo ritmo... in crescendo... mientras me pedía más. Una doble penetración es un desafío que pone a mil los sentidos. 


Me sorprendió que pudiera contenerse y que se viniera en mi boca cuando le indiqué. Y luego, como si ya lo hubiese hecho en otras ocasiones o me leyera el pensamiento, se situó de rodillas ante mí y con el tacto de su boca, se aplicó en todo mi sexo, como un ritual que me encantó. 

- Estoy complacido, Min.
 - Gracias…. 
- Señor…Gracias, Señor - indiqué para que ella corrigiera correctamente   
- Lo importante, querida, es disfrutar de cada momento y sentirse libre de ello y por ello. Y que cada acto sea un motivo más para crecer.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

PASADO

Jueves de Relato



Su cuadro está apoyado en la estantería de mis libros, presidiendo. Ahí donde mi imaginación vuela y vive mil aventuras. 
Hace ya diez años que se fue. El malogrado destino de aquel maldito barco: Incendios, ahogados y desapariciones en el mar. Nunca discutimos por nada, solo mencionar sus misterios a la hora de hablar de sus trabajos. 
Ese misterio en su trabajo me inspiró para ser policía y su ánimo a ello me ayudó a conseguirlo.

Una redada sorpresa. Creímos que eran delincuentes comunes. La explosión nos dejo envueltos en fuego. Cuando conseguí quitarme el casco, ponerme de rodillas y respirar a duras penas, una pistola apuntaba a mi cara. No sabré nunca por qué una voz de hombre mandó retirarse. Nos dejaron desarmados. Me cogieron como rehén para su escapada pero no pudieron llevarse las obras de arte.
Tampoco entiendo por qué no me ataron. No dejaba de tocar mi cara y comprobar la venda sobre mis ojos mientras podía percibir que estaba en algún vehículo. Por fin estábamos parados. Alguien me destapó los ojos, y, en ese mismo instante, el tiempo volvió atrás.

- He estado en tu funeral y por poco me muero -maldije. 

No salían de mi boca más palabras, aunque lo intentaba. Mis lágrimas no me dejaban ver bien. Me besó los ojos, los labios, mi frente.

- Qué te digo, mi amor -me susurró.

Me tuvieron preso dos días. Ella se encargaba especialmente de mí. Me cuidó. Y por las noches me hacía el amor un par de veces, callada, en susurros.
Me soltaron cerca de una estación de servicio. Ahora vivo en París. Tengo un pequeño de un año y el tiempo ha retrocedido once años en mi vida.