Relatos de los jueves
Paseaba por aquel pasillo una y otra vez y, al final, aquella habitación iluminada a la que no me atrevía a entrar porque de allí no salía nadie pues a nadie con quien me cruzaba en dirección a ella, volvía a verlo. Yo, simplemente, me daba la vuelta evitando cualquier tentación. O, tal vez, era miedo... o falta de curiosidad.
En algunos momentos de lucidez pensaba que me encontraba en un sanatorio. No conseguía recordar y si lo hacía eran imágenes revueltas sin contexto alguno. Podría estar soñando y no lograr despertar. Algunas imágenes eran dantescas: personas acuchilladas, atadas y torturadas.
Qué medicamentos me estaban dando para sentir semejante tormento.
Uno de aquellos días escuché algo parecido a "se lo merecen" Me giré con furia esa no era manera de dirigirse contra enfermos. Entonces, escuché sonidos de cadenas. Pude contemplar personas encadenadas por los tobillos. Miré los míos. Estaba tan encadenado como los demás, pero igual mi condena ya estaba excomulgada. Sentado en aquella silla, las imágenes me golpearon. Al fondo, como lejano, sin ser un susurro pude medio entender algo: "Algunas noches se ven los fantasmas". A continuación, gritos que eran alaridos y el sonido de descargas eléctricas.
Solo entonces sentí la necesidad de entrar en aquella habitación iluminada...