Jueves de relatos
Fusilamiento - Goya |
Me despido con los ojos llorosos y el corazón abatido, el amor de mi vida, arrebatado en un suspiro.
La rabia es mi sino.
Se echó en mis brazos a protegerme. Se interpuso en mi camino recibiendo ese disparo, frente a un pelotón de un lugar, de un camino. Esta luz, este fuego que devora se la lleva sin piedad. Odio sin ningún sentido.
«¡En pie!», gritan los soldados. Solo yo frente a sus hierros. Rematan a los heridos. Mirando sus ojos me parece que bebo su sangre lentamente. Los segundos se hacen eternos, sus lamentos, sus plegarias, sus suspiros...
Recito el padre nuestro a la vez que alguno de mis verdugos. El cura bendiciendo a los soldados; todos orando al mismo Dios. Unos eliminando a los malos, separando la paja del trigo, para que solo queden... Solo queden los asesinos.
El sonido traspasa mis oídos… y mi alma.