Mi situación es desde hace algún tiempo es aceleradamente tentadora.
Justo debajo de mi vive una chica de 22 años, mal hablada, independiente y descarada.
Ha roto con su chico.
Le he dejado llave de mi casa por si alguna vez la pierdo, me estoy arrepintiendo, sube cuando le da la gana y entra directamente.
Primero lloraba la perdida como si no hubiese otro mañana ."Amores de juventud". Después afeaba mis risitas con alguna coz y un portazo. Ahora asalta mi nevera y pregunta demasiado.
Con los colegas de curro solemos ir a un chino y bromeamos con las camareras. Min se llama una de ellas o algo parecido. Me acaricia la espalda, sonriéndome cuando me atiende.
-Si me traes tú la cena, pido a domicilio - le susurré. Solo sonrió.
-Si me traes tú la cena, pido a domicilio - le susurré. Solo sonrió.
Es difícil calcular su edad , unas veces parece tener 25 otras 40 años. No controlo nada los rasgos asiáticos. También diré que no me gusta mucho la comida china, lo hago por socializar con ellos. Pero, nunca se sabe si el postre triunfará. O quizás son solo mis ganas de probar otros sabores, las que hablan por mí.