- Ave María.
- Sin pecado concebida hija.
- Necesito ayuda, padre. Otra vez vuelve a pasarme, me levanto con remordimientos de los sueños tan reales, de las marcas en mi
cuerpo, de la respuesta del mismo, empapada sonrojada y dolorida. Con mis ropas
rasgadas con mi sexo dilatado y profanado, incluso lucho, me resisto y, entonces, amanezco peor, con mi cuerpo marcado.
Al ver su espalda rasgada, sus pezones ensangrentados, decidí
intervenir. Hacía años que no realizaba exorcismos ni limpiezas. Hay que ser
joven, fuerte y firme. Me sentía mayor y
débil después de luchar durante muchos años con demonios.
Un joven ayudante, y recién
salido del seminario por falta de vocación, se ofreció a ayudarme y, sinceramente, no estaba para despreciar compañía.
Entramos en su casa. Todo parecía en perfectas condiciones. Hice unas oraciones sencillas y bendije todo con agua bendita. No parecía haber
reacción.
La mujer y yo nos quedamos blancos mirando a mi ayudante,
con una rodilla en el suelo, susurrando oraciones en lengua antigua. Solo pude
medio entender con una voz atronadora.
- Sal a la luz... Y te lo ordeno.
En ese momento, apareció un par de seres retorciéndose sobre
el suelo, gritando maldiciones y dirigiéndose al muchacho, Uno de los seres se abalanzó sobre mí. Aquí estoy en la cama de la señora dolorido pero sano, escuchándola, con ojos de plato, sin recordar nada.
- Sí, padre... El chico se alzó del suelo con un brillo cegador. Pude ver sus alas inmensas, padre. Con una espada atravesó a uno de ellos, ardiendo y quedando en
cenizas. A usted lo abrazó fuerte, diciendo palabras extrañas. Cuando lo soltó, tenía agarrado al otro ser, lo pisó y con su espada, corrió
la misma suerte que el otro. -Hizo una pausa y prosiguió-: Me acarició la frente con su mano, sentí la paz más dulce del mundo. "Ya pasó todo", me susurró. A usted lo elevó como a una
pluma y lo posó en mi cama. Según parece, padre, usted era el objetivo y yo el instrumento para atraerlo. Me dijo que hay hombres buenos en el mundo, hombres de
valor, a los que desean atormentar y destruirlos para que sirvan de ejemplo en la
siempre dura lucha entre mundos. -Respiró hondo-. ¿Y si le digo que desapareció volando me creerá o pensará que estoy loca?