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Éramos un grupo de amigos bien avenidos que, como suele ocurrir en estos casos, las pequeñas disputas venían de nuestras respectivas mujeres.
—Mirad como plancha Javier. Podíais ir aprendiendo los demás, incluso os puede enseñar.
Las miradas nos iban para adentro con cierta mezcla de resinación y paciencia. Hacia fuera era falsa sonrisa y mirar hacia otro lado. Era la cantinela de cada encuentro: Javier para arriba y rara vez para abajo.
Es el típico chaval de la pandilla que igual vale para un roto que para un descosido. Hace deporte a diario y siempre nos marca el ritmo de la marcha; da igual andando que en bicicleta. No bebe alcohol salvo en puntuales ocasiones sociales. Es majo, agradable y tranquilo, pero que nuestras respectivas nos lo pongan como ejemplo de todo, nos desquicia.
Decidió invitarnos a una excursión por la presa. Había unas ruinas romanas a poco más de dos metros de profundidad por lo que para nosotros, "ineptos" para lo demás, era tarea sencilla. Javier preparó su cámara.
Juan y Pedro fueron los primeros en lanzarse. Desde la superficie podían verse los restos. El agua estaba clara. Javier se dedicó a sacar fotos desde la barca, inclinándose lo suficiente para meter la cabeza en el agua. Juan salió a la superficie, emocionado, y nos invitó a zambullimos. Por alguna extraña razón, nuestros pensamientos conectaron y empujé a Javier, suavemente y lo justo para hacer la broma de que así podría sacar las fotos más de cerca.
Al rato no salía y Pedro, que aún estaba metido en el agua, se alarmó, tanto como para que nos zambullésemos en su busca.
Y así nos encontramos, en la sala de espera de urgencias del hospital, sentados a la navarra mujeres frente a hombres, bajo sus recriminatorias e incisivas miradas y su devastador silencio. Luisa, la mujer de Javier, ni nos miraba pero con eso lo decía todo.
La venganza del envidioso.
ResponderEliminarSalir de paseo y terminar en una urgencia médica no es lo más bello del mundo, me ha pasado más de una vez
ResponderEliminarLucy Ferro
Minotaurita
Suele suceder que en los grupos de amigos hay alguno diferente, uno que destaca por sus buenas acciones,las mujeres son observadoras, dicen lo que les llama la atencion ,ya sea bueno o malo.Lastima que Javier terminara en urgencias,buen relato.Un abrazo!!
ResponderEliminarClaras sospechas de que el empujón tuvo una intencionalidad más cuestionable que el de una simple broma! Suerte que todos pueden contarlo😉
ResponderEliminarClaras sospechas de que el empujón tuvo una intencionalidad más cuestionable que el de una simple broma! Suerte que todos pueden contarlo😉
ResponderEliminarLa verdad es que me sorprendió el final en Urgencias , a la vez que me hizo reír eso de "sentados a la navarra", no había oído nunca esa expresión, así es que gracias por enseñarme lo nuevo de hoy, ya puedo dormir tranquila.
ResponderEliminarHola Charly, buen micro, el muchacho perfecto parece que no lo era tanto, ¿no sabía nadar?, lograron salvarlo o pasó a mejor vida...
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
La envidia puede ser peligrosa para aquel que es envidiado.
ResponderEliminarLos personajes se merecen las miradas acusadoras.
Saludos.
Un excursión lúdica que acaba francamente mal. Cuando los pantanos están llenos, permiten esas incursiones baja las aguas, lo malo es si éstas o su moradores, nos secuestran para sí.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí que sabía disimular el hombre, pero debió darse un buen golpe para no poder superar esos dos metros de agua. A veces, las bromas más inocentes, no tienen un buen final. Le va a pasar como al gato que de agua caliente huye. Y no sé yo si después de esto, va a haber un antes y un después y me da que igual no es cosa del pobre Javier.
ResponderEliminarMuy buen relato, Charly, y me alegra volver a verte. A ver cuándo sacas del cajón esas otras cositas que tienes por ahí :-) Lo ansío.
Un beso enorme y mil gracias por tu participación.
Muy buenas Charly bienvenido a estos lares de la imaginación y la fantasía.
ResponderEliminarTu reto es un poco dramático, pero que no por ello no puede ser real. A veces una broma o algo inesperado hace que termine, como en este caso en el hospital. Me alegro de leerte. Un besote.
Este final si me impactó...no lo vi venir ni por asomo...que mala suerte la de Javier...pero yo ya sabía eso...Saber planchar no puede traer nada bueno..lo sabía!!...Me encantó esta entrada...bss
ResponderEliminarGracias a todos.
ResponderEliminarEs bonito eso de hacer submarinismo, así en agua clara, pero hay que saber lo que uno aguanta en apnea :-)..y tal vez no ser tan chulo.
ResponderEliminarUn abrazo