A propósito de Charly

miércoles, 30 de septiembre de 2020

EL ÚLTIMO CATÓN

Jueves de Relatos


Bajo el suelo de la Ciudad del Vaticano, encerrada entre códices en su despacho del Archivo Secreto, la hermana Ottavia Salina, paleógrafa de prestigio internacional, recibe el encargo de descifrar unas extrañas escarificaciones aparecidas en el cadáver de un etíope: siete letras griegas y siete cruces. Junto al cuerpo se encontraron tres trozos de madera aparentemente sin valor. Todas las sospechas van encaminadas a que esos pedazos pertenecen, en realidad, a la Vera Cruz, la verdadera cruz de Cristo.


Estos son sus personajes principales:
  • Ottavia Salina: religiosa de la Orden de La Venturosa Virgen María. Doctora en Paleografía e Historia del Arte. Es directora del Laboratorio de Restauración y Paleografía del Archivo Secreto Vaticano. Nació en Sicilia y es una de los nueve hijos de una de las familias más importantes de Palermo.  
  • Kaspar Glauser-Röist: capitán de la Guardia Suiza y uno de los agentes más apreciados por el Papa. De origen Suizo-Alemán. Encargado de "ocultar" o "hacer desaparecer" todos los trapos sucios del Vaticano. 
  • Farag Boswell: profesor del Museo Grecorromano de Alejandría. Experto en Historia y Paleografía bizantina. De origen egipcio-copto. 

Trata de los Estaurofilakex, miembros de una secta ficticia cristiana, encargada de custodiar y recuperar los fragmentos de la cruz de Cristo. Los aspirantes a entrar tienen que pasar una serie de pruebas mortales y son marcados con escarificaciones en el cuerpo por otros componentes veteranos. 

La Divina Comedia de Dante aparece muy útil para descifrar cada una de las siete pruebas. 

El último catón es una novela superventas de ficción, de la escritora española Matilde Asensi (1962–), ambientada temporalmente en la actualidad y que cuenta una historia en la que a través de una investigación del Vaticano se pretende descifrar el misterio de los robos en todo el mundo de fragmentos de la Vera Cruz. 
Salió a la venta en el año 2001 y según Editorial Planeta, se han vendido más de 1,25 millones de ejemplares. 
Reconozco que también me dio pena saber que no existen. Es una historia apasionante y que atrapa. La recomiendo sin duda.

lunes, 28 de septiembre de 2020

PINTAMONAS

Cenando en el restaurante, mirando su cara preciosa y sus ojos azules, llegó el momento de las siempre incomodas preguntas de reflexión donde te juegas la siguiente cita . Por tanto, hay que poner todos los sentidos y atención. Ella pregunta primero: 

-¿Eres sincero? 
-Bueno, ser sincero no lo considero una virtud, a veces puede ser muy desagradable la sinceridad.  
-¡Dijiste que eres pintor!... ¡Y no lo eres! 
-Eso no es mentir, es solo un camino más para llegar a un fin. 
-¿Engañas a más chicas con este truquito? 
-No es un truquito, fue improvisado y, esta tarde, todo ha sido maravilloso.
-Entonces, ¿ me firmarás el retrato?, ¿con tu nombre real? -Risas de ambos. 
-¡Nooo! Qué vergüenza, además, sabrán que te he visto desnuda si lo hago.

-¿Tú crees que se parece algo a mí? ¡Cómo se puede tener una cara tan dura! -rio divertida-. Tampoco eres vegano. Te estás comiendo un filete de ternera, tengo un chupetón en un pecho y la verdad, si lo pienso mucho, no tenemos muchas cosas en común. Veo que me has puesto tu nombre al dorso del retrato y tu móvil. No te prometo nada. Todo según la marcha, sin estrés. ambos. 

-¿Cómo se puede tener esa cara tan bonita? -Hice una pausa sosteniendo mi mirada-. Me ha encantado amarte de esa manera toda tarde y te he invitado a cenar para compensar daños colaterales -alegué-. He cenado un filete, porque nunca una historia de amor comenzó con una ensalada. -Sus labios se inclinaban hacia un lado para evitar reír.-Además, tenemos un comienzo que no olvidaremos, podemos ponerle un marco al dibujo para recordar nuestra primera cita  y más anécdotas en una tarde que muchas parejas en un año.

No creí conveniente decirle que tenia su numero, porque me hice una perdida con su móvil, ni el mordisquito en su larguita espalda. Ahora solo tengo que aguantar no llamarla antes de que lo haga ella.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

QUIMERA

                  Jueves de Relatos

- Sucedió hace unos quince años, doctora. Subí al metro con un vestidito y una chaqueta. Iba provocadora. Nos gustaba ir así: Jugar, coquetear, flirtear... Éramos muy jóvenes e inconscientes. Ese día el vagón iba a tope. Lectores de ojos  no dejaba de mirar mi escote y mis piernas. Se acercaban y se mantenían al lado pero cuando el metro llegó a Sol, entró tal cantidad de gente que nos vimos todos estrujados por todas las aristas, sin poder movernos.:

    »Una mano se posó en mi trasero y recorrió mis nalgas. No sé por qué pero le dejé hacer. Sentí su otra mano en mi costado, rodeándome con su brazo izquierdo y pegándome a su cuerpo. Su mano derecha se coló debajo de mi vestido, acariciándome sobre mis bragas.

    »Mis ojos se abrieron de sorpresa.  Sabía lo que hacía con sus manos, aunque yo solo era una tonta resabida. Me estaba excitando y su respiración en mi cuello me noqueaba. Apartó mis braguitas y metió los dedos en mi vagina, muy suave, en los puntos exactos. Y siguió pegándome a su cuerpo. Tuve que taparme la boca para no gemir.

    »Un par o tres paradas más tarde, noté cómo soltaba mi cuerpo emputecido de placer. Era una mujer joven y trajeada. Se perdió en el vagón después de dejarme una sonrisa y su tarjeta, dejándome totalmente húmeda. Era ajena a la gente. Fue la única experiencia sexual distinta que he tenido.

- Es bueno soltar estas cosas que llevamos dentro tanto tiempo y han podido ser un trauma en nuestra juventud - intervino la psicóloga .

- Espere, doctora- la interrumpí y me dejó hablar-. He venido porque hoy encontré entre mis cosas esa tarjeta. Estoy casada y tengo familia. No sé muy bien qué hago aquí pero no he podido olvidarlo -hice una pausa-. Supongo que ya sabe que fuimos usted y yo, los personajes de esta historia.

Sonrío, mientras se acercaba a mí. Aquella sonrisa...

viernes, 18 de septiembre de 2020

ALBORES

Demasiados días con demasiada paz, mi mente se estaba llenando de perversiones y mi boca echaba de menos mi licor favorito. Mi vecinita subía a horas incompatibles conmigo, me evitaba para realizar sus labores de limpieza en mi piso.
Con Min, desde que su marido vino de Corea, no sabía de ella y ya saben el dicho: "Cuando el diablo se aburre con el rabo mata moscas". Decidí darle una patada al avispero y provocar cosas.
Me presenté en el restaurante, la saludé cordialmente y pregunté si podía llevarme el pedido a última hora. Asintió con la cabeza sin decir nada.

Entró como siempre en mi piso, dejó la cena sobre la mesa con gesto ceremonioso. Su cabeza se inclinaba hacia abajo.

- ¿Todo bien, amor? -le susurré al oído mientras giraba a su alrededor.
- Sí, ya sabes todo. No sé qué decirte más.

Levanté su cara y la besé en la boca. Su reacción fue confusa. Quería retirarse y, a su vez, lo deseaba.

- Te echo de menos -dije, mientras mis manos la rodeaban. 

Su respiración nerviosa era conocida para mí. Con sus labios entre mi boca intentaba decir que era una mujer casada y sonaba a un, por favor, nada creíble.  Ya apoyada sobre la mesa y con la falda a la altura de su cadera, bajé a su sexo pero me paró. "Esto se acabó", pensé.
Fue al baño. Dejó la puerta abierta y observé cómo frotaba su sexo con una toalla húmeda. Al salir, volvió a enredarse en mi cuerpo como una serpiente, dándome por fin su cuerpo y mi licor favorito.

- Desnúdate y ofréceme tu cuerpo sin pudor. Ahora tienes más morbo para mí.

                                                                           

La penetré con firmeza. Usé palabras duras y la azoté enérgicamente. Me miraba sin entender pero no vi atisbo alguno de repudia.

- ¿Tienes hijos? ¿Cuántos? -interrogué mientras mis azotes eran más duros y ella no podía parar de hiperventilar.

Al final de una sesión de azotes y lamentos, confesó tener un hijo mientras profanaba esas nalgas en pompa y la masturbaba a su vez con un cómplice de juegos. Eran gemidos y quejidos por partes iguales y mi perversión crecía, asegurándome de que mi vecinita los escuchaba o quizás nos espiaba. Eso me daba un morbazo tremendo.

Acabé aplacando mis deseos  después de un par de semanas de abstinencia. La apoyé en la mesa mientras la besaba y mi cómplice remató la faena.
Me confesó que aquello era vergonzoso para ella, pero su lengua seguía por mi boca y sus brazos enroscados en mi cuello. Se hizo la calma. Solo se escuchaba su respiración agitada con su cabeza inclinada hacia abajo, apoyada en mi hombro.

 - Las cosas entre nosotros precisan cambiar, Min- -E hice una pausa en tanto le acariciaba el pelo-. No puedo ser ni tu novio, ni tu amante. Ne gustaría enseñarte un camino nuevo, si tú deseas, un camino donde conocerás el verdadero sentido de la libertad... y vivirás esta relación conmigo de una manera totalmente diferente. Te inspiraré la necesidad de estar conmigo, de desearme, de complacerme en todo... , cómo yo quiera y cuándo quiera, que acabes, libremente, eligiendo ser mía, totalmente mía. Tener el control de ti, que cedas tu voluntad a mi placer... -Ella me miraba como asustada. No estaba seguro de que comprendiera del todo lo que le estaba diciendo pero habíamos hablado alguna vez y había notado su curiosidad por el tema. No tenía prisa alguna.

Era tarde y pensé en acercarla al restaurante, mientras ella se vestía, me ausenté un momento. Baje a casa de la vecinita. 

- Tengo que salir pero, si quieres comida china, tienes sobre la mesa..., sin tocar. 
- ¿Estabas acompañado? -preguntó.
- No seas curiosa -contesté- y no entres al salón. Tengo que recogerlo -Dentro de mí había una sonrisa perversa. Sabiendo que allí,  en el suelo, exhausto, descansaba mi cómplice y toda la confesión obtenida, y que ella no resistiría la tentación.


Había cambiado algo dentro de mí. Cuando dejas salir a los demonios, algunos se niegan a volver…

lunes, 14 de septiembre de 2020

TRÉMULA


Terminaba ya su clase magistral diciendo:

- La vida es sabia. Cuando la noche lo cubre todo, solo cabe maldecir la oscuridad y dormir.

Todos los asistentes asintieron. Él se sintió satisfecho, solo en parte, porque sabía que por ahí había un alma inquieta, llena de mil preguntas curiosas, guardando silencio hasta el momento preciso. Ahí estaba. La vio al levantar la vista, al fondo, con la mano alzada y esa mirada que parecía abarcarlo todo. Unos mechones cubrían su frente y más pelusilla que barba, amenazaba con despuntar en su imberbe piel. Tenues ojeras eran el alfeizar de uno ojos vivos, de intenso y propio brillo y el sonido más callado retumbaba entre aquellos labios carnosos preparados para encauzar palabras, a veces, imprudentes.
A un gesto del sabio, el joven habló:

- Y si, en vez de maldecir la noche y dormir, encendemos una vela. La vida a media luz sigue siendo hermosa -sonrió-. Los cuentos tienen otra magia, las historias de miedo son más emocionantes, los besos apasionados saben a miel, los tímidos encuentran el arrojo, los entrecortados encuentran el valor para hablar... -E hizo una pausa que retronó sobre los presentes-. ¿Qué hay más bello que amar, ver y rozar una piel a media luz? -Ahí estaba siempre la sincera pero imprudente anotación-. Si los dioses nos han dado capacidad y conocimientos, ¿debemos usarlos o, simplemente, no hacernos preguntas y malgastar parte de la vida en respuestas estúpidas y acciones baldías?

El maestro guardó silencio. Respiró hondo pero con suma calma. Levantó sus brazos y mostró las palmas hacia sus pupilos, ofreciéndoles el contenido invisible que había en ellas.
El discípulo iba a proseguir pero un gesto del sabio le hizo guardar silencio.

- ¿Qué decís vosotros, mis jóvenes aprendices?
- Con una vela no se ilumina toda la oscuridad -respondió uno. El maestro asintió con un ligero gesto de cabeza al tiempo que seguía manteniendo la mano derecha extendida hacia el joven curioso, controlando su impronta.
- La oscuridad es demasiado grande para eliminarla con una sola vela, maestro. 
- ¿Alguien más tiene algo que decir que no seas tú? -preguntó mirando a su ágil pupilo, quien le sostuvo la mirada con el máximo respeto. 

Se mordía las palabras en la boca, se ahogaba con ellas. Aquellas respuestas eran ciertas pero limitadas, un ignorante vacío ante la realidad. Durante unos largos minutos insistió el silencio. pero cuando el joven pensó que su turno de rematar había llegado, el maestro los mando sentar a todos.


- Vuestras palabras dicen verdad en todas sus versiones, extensas o cortas, pero adivino que todo lo que digáis será en el mismo sentido y también erraréis. La noche fue pensada para descansar y se crearon las bestias nocturnas para que exista vida también en ella. Podemos alargarla incluso vencerla algún tiempo o algunos metros. Lo que no debemos es escondernos en ella o en penumbra para tapar nuestros miedos o defectos y sentirnos más audaces y atrevidos escondidos como bestias.
 »El hombre debe enfrentarse a sus defectos con valor y paciencia, esconderse no es una opción para la felicidad. Crearíamos otro mundo con los que habéis nombrados y los feos o deformes o diferentes.»En el mundo debemos tener cabida todos, ayudándonos y aceptándonos, también con la maravillosa luz del día. 
»Dicho esto: Es mejor encender una vela que maldecir la noche.
»Debéis reflexionar si es asi... -dijo el maestro para juntar sus manos sobre el cruce de sus piernas.


"Más vale encender una vela que maldecir la oscuridad".
Aforismo atribuido a Confucio

viernes, 11 de septiembre de 2020

VENGANZA

Jueves de Relatos
Neogéminis
"Monstruos"


- Ave María.
- Sin pecado concebida  hija.
- Necesito ayuda, padre. Otra vez vuelve a pasarme, me levanto con remordimientos de los sueños tan reales, de las marcas en mi cuerpo, de la respuesta del mismo, empapada sonrojada y dolorida. Con mis ropas rasgadas con mi sexo dilatado y profanado, incluso lucho, me resisto y, entonces, amanezco peor, con mi cuerpo marcado.

Al ver su espalda rasgada, sus pezones ensangrentados, decidí intervenir. Hacía años que no realizaba exorcismos ni limpiezas. Hay que ser joven, fuerte y firme. Me sentía mayor y débil después de luchar durante muchos años con demonios.
Un joven ayudante, y recién salido del seminario por falta de vocación, se ofreció a ayudarme y, sinceramente, no estaba para despreciar compañía.

Entramos en su casa. Todo parecía en perfectas condiciones. Hice unas oraciones sencillas y bendije todo con agua bendita. No parecía haber reacción.
La mujer y yo nos quedamos blancos mirando a mi ayudante, con una rodilla en el suelo, susurrando oraciones en lengua antigua. Solo pude medio entender con una voz atronadora.

-  Sal a la luz... Y  te lo ordeno.

En ese momento, apareció un par de seres retorciéndose sobre el suelo, gritando maldiciones y dirigiéndose al muchacho, Uno de los seres se abalanzó sobre mí. Aquí estoy en la cama de la señora dolorido pero sano, escuchándola, con ojos de plato, sin recordar nada.


- Sí, padre... El chico se alzó del suelo con un brillo cegador. Pude ver sus alas inmensas, padre. Con una espada atravesó a uno de ellos, ardiendo y quedando en cenizas. A usted lo abrazó fuerte, diciendo palabras extrañas. Cuando lo soltó, tenía agarrado al otro ser, lo pisó y con su espada, corrió la misma suerte que el otro. -Hizo una pausa y prosiguió-: Me acarició la frente con su mano, sentí la paz más  dulce del mundo.  "Ya pasó todo", me susurró. A usted lo elevó como a una pluma y lo posó en mi cama. Según parece, padre, usted era el objetivo y yo el instrumento para atraerlo. Me dijo que hay hombres buenos en el mundo, hombres de valor, a los que desean atormentar y destruirlos para que sirvan de ejemplo en la siempre dura lucha entre mundos. -Respiró hondo-. ¿Y si le digo que desapareció volando me creerá o pensará que estoy loca?

lunes, 7 de septiembre de 2020

SUBDUED


Verla arrodillada, en braguitas y con ese corpiño, esperándome, en silencio, me produce un placer inmenso. 
La observo sin decir nada. Puedo escuchar su respiración y percibir su excitación.  Estoy curtido en estas labores. No me vendo por un puñado de billetes pero disfruto ejerciendo un trabajo que me satisface y que me aporta buenos beneficios. 

- Te inclinarás sobre la mesa y usaré el flogger, suavemente. Contarás para ti cada azote. Tal vez luego pregunte -incidí para hacer una larga y densa pausa-. Tendrás tus bragas mojadas para entonces. Lo comprobaré. Si no es así, tendrá consecuencias. -Podría azotarla de nuevo con algo más de intensidad o, bien, usar sus braguitas a modo de mordaza-. Te lameré por un tiempo, largo e intenso -seguí mientras me movía alrededor suya-. Me abriré paso entre tus labios, una y otra vez. Si durante ese tiempo no te has venido en mi boca... Tendrá consecuencias. -Me detuve detrás de ella, bien pegado, para que notara todavía más mi presencia-. Volveré a comerte con lascivia. -Comencé a caminar despacio en la misma circular hasta quedar frente a ella. Su mirada hacia el suelo no le permitía ver más allá de mis zapatos. Me incliné y le hablé al oído-: Quiero sentirlo en mi boca. Quiero oler a ti, saber a ti... Quiero que marques mi cara como una leona con tu licor. ¿Has comprendido todo lo que te he dicho? -Asintió y negó a la vez.
                                                                                                                                                             

La máscara seguía cubriéndole el rostro. Las manos atadas a su espalda. Así me la entregó la Madame. La acompañé para inclinarse sobre la mesa.

- Cuenta para ti cada azote. -Tres moderados, otros tres más severos. Ella respingaba y yo más me excitaba.

Me incliné entre sus bonitas piernas. La despojé de esas bragas vulgares y lamí durante seis minutos. Solo se humedeció. Fueron otros seis azotes severos antes de volver a lamer otros tantos minutos. Mantuve cerca la fusta y, tras unos instantes de trabajo manual, le introduje un dildo. Conté varias decenas de azotes en total. Algunos muy severos, he de reconocerlo. Abrí sus nalgas. Sus piernas temblaban y la penetré con fiereza, notando la presión del juguete en su trasero y la estrechez de su conducto. Acabar dentro de ella fue sublime.

La sesión debía acabar. Había pasado la hora contratada. Estaba realmente extasiado. La desaté y quité su mordaza. Dejo que conserven siempre la máscara. No solo es erótico, también una pequeña frontera.

- ¿Algo que decirme? -pregunté, mirando su rostro algo descompuesto y sonrojado.
- Solo vine a decirles que mi sobrina no podía venir hoy, pero las señoras de afuera me invitaron a pasar al preguntar por usted. Yo asentí, pero no me dejaron explicarme más y me taparon la boca con esa bola. No sabia dónde venia. Lo demás, ya lo sabe.

Algo hizo crack dentro de mí. Mis demonios se tomaron unas libertades que tenían prohibidas. Aquello no debía haber sucedido, ya no por mí, sino por la Madame. Ese día dejé ese trabajo extra. Cambié de dirección y conocí a Min en el restaurante chino..., y a mi vecinita nueva.

viernes, 4 de septiembre de 2020

PROFES

Jueves de Relatos

                                              
Voy a ser irreverente y la nota discordante, seguro, pero una reunión donde todo el mundo piense lo mismo es una reunión perdida.

Los maestros antiguos -mejor me callo-. ¡Sí!, los que se aprendieron los ríos y las cordilleras con las provincias..., son capaces de repetirlos como loros.
Yo, lo que pienso de ello es que la memoria es la inteligencia de los tontos.

Los profesores actuales, hablo en general, claro está, al primer problema lo sacan de la puerta de los colegios diciendo que eso ya no es asunto de ellos.
Solo piensan, bajo mi punto de vista y hablando nuevamente en general, si han conseguido plaza aquí o allá. Y por supuesto en que es un trabajo más de funcionariado, con un agravante, y es que su material de trabajo es lo más importante de cada uno de nosotros: Nuestros hijos.

No incidiré más sobre el tema de nuestros queridos maestros. También decir que los hay que se merecen un monumento por su dedicación y vocación docente. A grandes rasgos, este es mi pensamiento. Seguramente equivocado, pero me ha gustado siempre más debatir y pensar que adoctrinar.
¡Filosofía en la aulas de primaria ya!

"Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada".
Einstein